Por qué las newsletter superan a las redes sociales

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Se ha hablado mucho de que las redes sociales en sí mismas son explotadoras y de que las empresas que gestionan las plataformas de redes sociales tienen un modelo de negocio sin escrúpulos consistente en vender nuestra privacidad y nuestros datos para obtener beneficios.

Como estas plataformas no cobran a los usuarios, recurren a la publicidad y a la explotación de los datos. Cada vez que se nos presenta un «software gratuito» no se tiene en cuenta el modelo de ingresos de la empresa y dónde encajamos nosotros y nuestros datos para maximizar sus beneficios. A menos que seas un “influencer” y no te importe ya que recibes un ingreso de ello.

Puede que no paguemos directamente por las redes sociales, pero definitivamente pagamos por ellas con las concesiones que hacemos para usarlas. Como dijo Benjamin Franklin (probablemente), los usuarios que cambian la privacidad por la funcionalidad no merecen ninguna de las dos cosas.

Aquí es donde el correo electrónico y los newsletter difieren totalmente y por qué creo que son mejores que las redes sociales. 

Las empresas que nos proporcionan plataformas de newsletter y marketing por correo electrónico nos cobran por ello: este es su modelo de negocio, pero vaya, esto no siempre es el caso. Existen plataformas gratuitas o tiers gratuitos como el de Mailchimp. De hecho, mi curso gratuito por email sobre emprendimiento corre sobre Mailchimp y no pago nada por el momento. De esto hablaré luego en una guía completa sobre newsletters que estoy preparando.

Me enfoco mucho en los newsletter y poco en las redes sociales. Por el momento, no me encontrarás publicando muchas cosas en Instagram o Twitter, ni siquiera en Linkedin, las utilizo para dejar recuerdos de viajes o conectar con gente que conozco.

Estoy concentrando mis “esfuerzos” en los newsletter. Tienen un alto retorno de inversión, pero también significan que puedo controlar mi propia plataforma. Si no quisiera seguir utilizando x plataforma (aunque dudo que eso suceda), podría exportar mi lista e importarla a cualquier otra plataforma de newsletter que exista, de forma fácil y rápida; no tendría que empezar de nuevo y no me debo preocupar porque vayan a enviar correos electrónicos a mis suscriptores sin su consentimiento.

Intenta exportar tus «likers» de Instagram o tus seguidores en Twitter… oh, espera, ¿no puedes hacerlo verdad? Eso es porque esas plataformas son dueñas de tus datos y de tus conexiones sociales, no tú. Son dueños de la conexión que tienes con las personas que se conectan contigo allí. No hay portabilidad y pueden absolutamente tomar y utilizar esas conexiones para promover su propia línea de fondo, es decir, mostrar lo que ellos quieren, según los intereses de cada persona, pero que en el fondo son los intereses de estas plataformas ($$). También pueden cambiar la forma en que utilizas sus plataformas, en función de sus caprichos. A esto le llaman: actualizaciones en los algoritmos.

¿Quieres llegar a tus likers? Ahora cuesta x cantidad de dólares. O no te has dado cuenta que tus publicaciones no le llegan ni a un 10% de tus seguidores, y viceversa, solo ves un porcentaje pequeño de publicaciones de la gente que sigues, quizá con las que mas interactúas. Si quieres llegar mas entonces tienes que promocionar tu publicación (pagando obviamente).

Y no voy a negar que he promocionado publicaciones, mi trabajo a veces lo requiere, pero no se puede estar pagando todo el tiempo, el presupuesto para publicidad no es siempre el mismo, por eso es bueno enfocarse en otros elementos (como SEO), pero este es tema de otra índole y no tiene que ver con el tema de este artículo.

Así que solo uso las redes sociales solo para el tradicional y un poco perdido compartir cosas, aunque no lo vean todos mis seguidores.

Volviendo al tema principal, como lo dijo Craig Mod en un artículo en WIRED: Simplemente no podemos confiar en las redes sociales, ni en ninguna plataforma comercial centralizada. El correo electrónico no es perfecto, pero sí es: descentralizado, fiable y no va a ir a ninguna parte, y cada vez más, esas parecen ser propiedades casi mágicas.

Los datos de las listas de correo son propiedad del remitente y no se rigen por algoritmos cambiantes. Ninguna empresa controla el correo electrónico. Ninguna empresa puede interponerse entre un remitente y su destinatario.

Conectarse y socializar a través del correo electrónico sirve de conexión directa del escritor con el lector. No tenemos que pagar por esta conexión. Y la gente puede interrumpir la conexión en cualquier momento haciendo clic en un enlace para darse de baja. O pueden participar en esa conexión pulsando responder (las respuestas tuyas van a mi bandeja de entrada personal, porque mi boletín va a tu bandeja de entrada personal, y creo que lo justo es lo justo).

El correo electrónico y los newsletter, aunque parecen lentos, también parecen ser instantáneos, no desaparecen si no se revisa la bandeja de entrada durante unas horas, siempre van a estar allí a menos que los borres. 

Los chats de grupo requieren una atención constante, para asegurarse de que no nos perdemos nada. Las redes sociales engañan a nuestro cerebro con todo tipo de cosas para que captar nuestra atención. Pero el correo electrónico es sencillo: responder rápidamente, en la mayoría de los casos, no mejora la respuesta. Puede ser rápido, pero no tiene por qué serlo, esto no afecta su utilidad.

Aparece en un lugar en el que la mayoría de la gente pasa mucho tiempo -su bandeja de entrada- y no requiere hacer otra cosa más que revisar tu bandeja cuando quieres.

El correo electrónico existe desde hace aproximadamente 50 años y no veo que vaya a desaparecer. Algunos lo dan por muerto a veces y unos años después sigue vivo y coleando. Al igual que la web, el correo electrónico es uno de los pocos estándares abiertos que nos quedan. Ninguna organización o empresa gobierna su uso, y nadie puede interponerse en el camino del remitente y el destinatario.